En la era del turismo
espacial, seguir los pasos de Neil Armstrong nunca ha estado tan cerca, pero
¿es seguro que personas que no se han preparado para ser astronautas viajen al
espacio? Un estudio subraya que si, siempre que los viajeros estén supervisados
médicamente antes y después del vuelo.
La investigación,
realizada por científicos de varios centros franceses y recogida este miércoles
en la revista Plos, subraya “la necesidad de supervisar a las tripulaciones de
turistas espaciales durante al menos tres días previos al vuelo y la semana posterior
a la vuelta, e incluir en su formación un módulo para adaptarse mejor tras el
regreso”.
Los investigadores
seleccionaron a 17 participantes sanos que se inscribieron en la 79 Campaña de
Vuelo Parabólico de la Agencia Espacial Europea a bordo del Airbus A310.
La campaña consistió en una serie de vuelos en los que un avión realiza
una serie de parábolas para crear períodos de ingravidez o microgravedad, que
pudieron ser aprovechados por estudiantes y científicos para experimentar e
investigar la ingravidez, así como probar tecnologías para futuras misiones
espaciales. Los vuelos duraban unas tres horas.
E l r e n d i m i e n t o d e l s i s t e m a p a r a s i m p á t i c o
El objetivo de los investigadores era investigar el impacto del viaje
espacial en las respuestas psicofisiológicas y sensoriales durante la
experiencia de vuelo parabólico de estos 17 participantes; evaluar la
recuperación una semana después; y analizar el funcionamiento del sistema como
nervioso parasimpático durante todo el proceso.
El
sistema nervioso parasimpático regula las funciones corporales en condiciones
de descanso o de recuperación, particularmente aquellas que se centran en la
conservación de energía y la promoción de funciones corporales necesarias para
la supervivencia a largo plazo (digestión, defecación, salivación, lacrimación,
frecuencia cardíaca o función sexual, entre otras).
Su buen funcionamiento es indispensable para mantener el equilibrio
interno del cuerpo o la homeostasis, y los científicos lo consideran un
biomarcador de adaptación tras un vuelo espacial.
En esa línea, los científicos dividieron a los participantes en función
de si su sistema nervioso parasimpático tenía un rendimiento alto o bajo, y
midieron sus respuestas psicológicas, fisiológicas y sensoriales en diferentes
momentos desde el día anterior al vuelo hasta una semana después, cuando ya se
debían haber recuperado.
A f e c t a c i ó n a la c a l i d a d d e l s u e ñ o
A nivel psicológico, aquellos con un alto rendimiento del sistema
parasimpático afrontaban mejor el vuelo, tenían más consciencia de lo que
estaba ocurriendo, aunque peor calidad del sueño. Los de menor rendimiento del
sistema también tuvieron problemas en la calidad del sueño, aunque menos.
A nivel fisiológico y
receptivo, los de mejor rendimiento del sistema parasimpático presentaron una
mayor variabilidad de la frecuencia cardíaca y una adaptación postural más
rápida tras el vuelo.
Los resultados revelan
que “aunque los turistas espaciales no parecen correr peligro siempre que sean
aptos y estén cualificados para el vuelo, la recuperación y adaptación tras la
vuelta es un periodo crítico y puede mejorarse actuando sobre el sistema parasimpático”,
señala a EFE la autora principal Barbara Le Roy, investigadora del Instituto de
Investigación Biomédica de las Fuerzas Armadas francesas.
«El nivel de experiencia
previa de vuelo no influye en las respuestas psicofisiológicas y sensoriales al
mismo, pero el proceso de recuperación si es fundamental, por eso hay que
integrarlo bien en la formación que sea da previa al vuelo», agrega.
«Más
allá de esto, este estudio contribuye a enriquecer nuestro conocimiento del
reto humano que supone enfrentarse a las limitaciones de los viajes
espaciales», concluye Le Roy. EFE
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