São Paulo – Brasil recibió con
optimismo y alivio la retirada parcial de los aranceles de Estados Unidos,
aunque pidió al presidente Donald Trump profundizar el diálogo para la total
eliminación de las tarifas extra, que aún son del 50 % para un cuarto de los
productos del país suramericano.
«Es el
mayor avance en las negociaciones entre Brasil y Estados Unidos (…) 238
productos salieron del tarifazo del 50 %», celebró este viernes el
vicepresidente y ministro de Industria y Comercio brasileño, Geraldo Alckmin,
en declaraciones a los periodistas.
En apenas
tres meses, las dos mayores democracias de América han pasado de vivir una
crisis sin precedentes a tener contacto directo a todos los niveles para
rebajar las tensiones y negociar la agenda comercial.
El pasado
viernes, Trump eximió de un 10 % adicional a ciertos productos agropecuarios,
lo que ya impactó a Brasil.
Pero la
sorpresa llegó el jueves de esta semana, cuando el dirigente republicano
suspendió el 40 % extra para 238 productos brasileños, entre ellos el café, la
carne bovina, el cacao, el mango, el coco, la piña y el açaí.
«Un paso en
la dirección correcta», en palabras del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula
da Silva, pero aún insuficiente.
Y es que
según cálculos preliminares oficiales divulgados este viernes, con esta última
decisión se ha reducido del 36 % al 22 % el total de las exportaciones gravadas
con el arancel adicional del 50 %.
Entre los
bienes que aún están bajo el tipo máximo figuran equipamientos industriales,
motores y calzados.
EE.UU. es
uno de los principales socios comerciales de Brasil. En 2024, la potencia
norteamericana fue el destino del 12 % de las exportaciones brasileñas, lo que
se tradujo en unos 40.000 millones de dólares.
Con todo,
el origen de esta crisis tiene motivaciones políticas.
En agosto,
Trump elevó los aranceles hasta el 50 % para Brasil, en represalia por el
juicio que condujo al expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro, aliado del
republicano, a una pena de 27 años de cárcel por intento de golpe de Estado.
Esa medida
se sumó a la revocación de los visados de casi todos los jueces de la Corte
Suprema brasileña y de funcionarios del Gobierno de Lula. El magistrado
Alexandre de Moraes, instructor del proceso contra Bolsonaro, también fue
objeto de sanciones financieras.
Ahora, una
vez desbloqueada la agenda comercial, Lula quiere revertir las sanciones contra
las autoridades brasileñas.
«Solo me
gustaría decirle al presidente Trump lo siguiente: le voy a dar las gracias
apenas de forma parcial; le agradeceré totalmente cuando alcancemos un acuerdo
entre nosotros» sobre todos los temas, declaró anoche Lula en tono de broma,
antes de viajar a Sudáfrica para la cumbre del G20.
Lula y
Trump coincidieron en septiembre por primera vez en los pasillos de la Asamblea
General de la ONU, luego se llamaron y, el pasado 26 de octubre, mantuvieron
una reunión presencial en Kuala Lumpur (Malasia).
«Queremos
retirar que seguimos optimistas y que el trabajo no ha terminado», subrayó este
viernes el vicepresidente Alckmin.
La
industria brasileña aplaude
Esa euforia
contenida por los últimos acontecimientos se extendió también a la industria
brasileña.
«Vemos con
gran optimismo la ampliación de las excepciones y creemos que la medida
restaura parte del papel que Brasil siempre ha tenido como uno de los grandes
proveedores del mercado estadounidense», dijo el presidente de la Confederación
Nacional de la Industria (CNI), Ricardo Alban.
Las
patronales de los sectores cárnico y cafetero también aplaudieron con
entusiasmo esta última rebaja arancelaria y esperan seguir avanzando por el
camino del diálogo.
El
bolsonarismo minimiza la victoria de Lula
Desde el
punto de vista político, la relajación de los aranceles supone una victoria
para Lula, quien recientemente confirmó que se presentará a la reelección en
octubre de 2026.
Sin
embargo, la oposición, encarnada en el bolsonarismo, ha querido separar la
retirada parcial de las tarifas de las negociaciones entre Lula y Trump.
«No creo
que la diplomacia brasileña haya influido. Parece que la decisión de EE.UU. se
debió exclusivamente a factores internos, sobre todo a la necesidad de frenar
la inflación en sectores que dependen de insumos extranjeros», expresó en sus
redes el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente ultra.
Eduardo
vive desde marzo en EE.UU. y se ha jactado de reunirse con representantes de la
Casa Blanca en los últimos meses para animarlos a sancionar a su país por el
juicio a su padre, quien cuenta los días para empezar a cumplir su condena por
golpismo. EFE