viernes, 5 de septiembre de 2025

Testimonio en juicio de Florida expone a exfuncionarios hondureños en trama de sobornos por uniformes policiales

Tegucigalpa, Honduras.-  El juicio contra el empresario estadounidense Carl Zaglin, acusado de corrupción en contratos millonarios con Honduras, vivió ayer jueves su tercer día de audiencias en la Corte del Distrito Sur de Florida.

-Este es el caso más conocido en Honduras como corrupción en la Tasa de Seguridad, donde está involucrado de forma directa Francisco Cosenza.

La jornada estuvo marcada por el testimonio de Aldo Marchena, exbanquero y hoy reo confeso.

“Recibí dinero y envié pagos de sobornos”, declaró Marchena sin rodeos ante el jurado, al señalar que las órdenes le llegaron “indirectamente” de Zaglin, a través de un empleado que le dio instrucciones precisas sobre dónde transferir los fondos.

En junio pasado, Marchena ya había admitido su culpabilidad por conspiración para lavado de dinero, confesando haber recibido cerca de 2,5 millones de dólares provenientes de la empresa de Zaglin. Según relató, esos fondos fueron canalizados —menos su comisión— a funcionarios hondureños y otros implicados en el esquema de sobornos relacionado con la compra de uniformes policiales.

Durante su declaración Marchena recordó que en septiembre de 2015 firmó un contrato de intermediación que describió como “una fachada”. “Cuando firmé, pensé que era poco ético, pero nada más. No estaría haciendo lo que me exigía el contrato”, dijo. En la práctica, su rol fue servir como intermediario para el pago de sobornos, respaldados con facturas y cálculos que sustentaban las transferencias ilícitas.

Hondureños parte de la cadena

Entre los beneficiados de los pagos figura Francisco Cosenza, exdirector de la Tasa de Seguridad Poblacional, quien también se declaró culpable. Marchena aseguró que en una ocasión Zaglin le colgó el teléfono cuando intentó hablar directamente sobre los envíos de dinero a Cosenza, al advertir la sensibilidad de esas comunicaciones.

Reconoció ante el tribunal que organizó pagos directos a Cosenza y su cooperación permitió reducir sus condenas en procesos previos.

El relato de Marchena, que alguna vez manejó millones en la banca internacional, se convirtió en pieza clave del caso. Su confesión exhibió cómo los dólares, las facturas falsas y las redes empresariales alimentaron la corrupción en Honduras, con funcionarios dispuestos a recibir sobornos a cambio de contratos.

El proceso judicial contra Carl Zaglin, acusado bajo la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero por contratos de casi 11 millones de dólares en uniformes policiales, continuará el próximo lunes 8 de septiembre en Miami. Marchena será sentenciado a finales de octubre, pero su cooperación resulta fundamental para el desenlace del juicio, en donde una vez más Honduras es expuesto en tribunales extranjeros está vez por corrupción. 

 


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