Redacción Ciencia – Uno de los retos de la ciencia y la
tecnología es construir ordenadores cuánticos a gran escala. Una investigación
ha logrado un avance en esa dirección al crear estados cuánticos entrelazados,
que permite la comunicación de átomos a larga distancia.
Ese
estado de entrelazamiento, en el que dos partículas separadas se vinculan tan
profundamente que dejan de comportarse de forma independiente, es el recurso
clave que da a los ordenadores cuánticos su ventaja sobre los convencionales,
explicó la Universidad del sur de Gales (UNSW) en Australia, una de las
firmantes de una investigación que publica Science.
Este logro,
según una de las firmantes, Holly Stemp, “abre la puerta a la posibilidad de
construir los microchips del futuro necesarios para la computación cuántica
utilizando la tecnología y los procesos de fabricación existentes”.
Los
ingenieros informáticos cuánticos tienen que equilibrar dos necesidades
opuestas: proteger los elementos informáticos de las interferencias y el ruido
externos, al tiempo que se les permite interactuar para realizar cálculos
significativos.
Por eso hay
tantos tipos diferentes de hardware que siguen compitiendo por ser el primer
ordenador cuántico operativo: algunos son muy buenos para realizar operaciones
rápidas, pero sufren de ruido, mientras que otros están bien protegidos del
ruido, pero son difíciles de manejar y ampliar.
El espín de
un núcleo atómico “es el objeto cuántico más limpio y aislado que se puede
encontrar en estado sólido” y el equipo ha logrado que dos se comuniquen entre
sí “a la escala a la que se fabrican actualmente los dispositivos electrónicos
de silicio estándar”, destacó Stemp en un comunicado de la UNSW.
El equipo ya
había demostrado que podían mantener la información cuántica durante más de 30
segundos y realizar operaciones lógicas cuánticas con menos del 1 % de errores,
todo ello en un dispositivo de sicilio.
Pero para
lograr esos resultados hacía falta un aislamiento de los núcleos atómicos que
dificultaba su conexión entre sí en un procesador cuántico a gran escala.
Usando una
metáfora, la investigadora explicó que, hasta ahora, los núcleos eran como
personas situadas en una sala insonorizada, que pueden hablar entre ellos
siempre que estén todos en la misma sala, y las conversaciones son muy claras.
Sin embargo,
no pueden oír nada del exterior y solo hay espacio para un número limitado de
personas dentro de la sala, por lo que es un modo de conversación no es
escalable.
“Con este
avance, es como si les diéramos a las personas teléfonos para comunicarse con
otras habitaciones”, todas siguen siendo tranquilas dentro, pero ahora pueden
conversar con otras, aunque estén lejos.
Esos teléfonos son,
en realidad, electrones, señaló Mark Blankenstein, otro de los autores de la
investigación, que, gracias a su capacidad de extenderse en el espacio, pueden tocarse
(entrelazarse) a una distancia considerable.
Si cada
electrón está directamente acoplado a un núcleo atómico, estos pueden
comunicarse a través de él.
Los núcleos
usados en el experimento estaban situados a unos 20 nanometros, que es una
milésima parte del grosor de un cabello, pero si se amplía cada núcleo al
tamaño de una persona sería la distancia entre Sidney y Boston, según Stemp.
Sin embargo,
lo más importante es que 20 nanometros es la escala a la que se suelen fabricar
los chips de silicio de ordenadores personales y los móviles.
“Este -dijo-
es nuestro verdadero avance tecnológico: conseguir que nuestros objetos
cuánticos más limpios y aislados se comuniquen entre sí a la misma escala que
los dispositivos electrónicos existentes “.
De esta
manera, indicó, se pueden adaptar los procesos de fabricación desarrollados por
la industria de los semiconductores, a la construcción de ordenadores cuánticos
basados en los espines de los núcleos atómicos, aseguró la investigadora. EFE

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