Redacción – Los telescopios en la Tierra tienen limitaciones para
observar cómo las primeras estrellas afectan a la luz emitida por el Big Bang,
pero ahora un equipo de investigadores ha logrado tener una imagen más clara de
una de las épocas menos conocidas del universo, el amanecer cósmico.
El estudio
liderado por la Universidad John Hopkins (EEUU) y que publica The
Astrophisical Journal usó pequeños telescopios ubicados en el
norte de Chile para echar la vista atrás más de 13.000 millones de años.
Para ello,
los investigadores lograron medir la luz de microondas polarizada del amanecer
cósmico, algo que “la gente pensaba que no podía hacerse desde tierra”, pues
estas señales son “famosamente difíciles de medir”, explicó Tobias Marriage de
la John Hopkins y uno de los firmantes del artículo.
«Las
observaciones terrestres se enfrentan a retos adicionales en comparación con
las espaciales. Superar esos obstáculos hace que esta medición sea un logro
significativo», agregó.
La
polarización se produce cuando las ondas de luz chocan contra algo y luego se
dispersan, por ejemplo cuando estas incide contra el capó de un coche y se ve
un resplandor.
Las
microondas cósmicas tienen una longitud de onda de apenas milímetros y son muy
débiles. Además, la luz de microondas polarizada es aproximadamente un millón
de veces más débil.
En la Tierra,
las ondas de radio, los radares y los satélites pueden ahogar su señal,
mientras que los cambios atmosféricos, meteorológicos y de temperatura pueden
distorsionarla.
Los
científicos del proyecto CLASS (Cosmology Large Angular Scale Surveyor) de la
Fundación Nacional de la Ciencia de EE.UU. utilizaron telescopios especialmente
diseñados para detectar las huellas dejadas por las primeras estrellas en la
luz del Big Bang.
Al comparar
los datos con los de algunas misiones espaciales, los investigadores
identificaron interferencias y acotaron una señal común procedente de la luz de
microondas polarizada. Usando esa misma señal se puede determinar cuánto de lo
que se observa es resplandor cósmico de la luz que rebota del amanecer cósmico.
Tras el Big
Bang, el universo era una niebla de electrones tan densa que la energía
luminosa era incapaz de escapar, pero al expandirse y enfriarse el universo,
los protones capturaron los electrones para formar átomos neutros de hidrógeno
y la luz de microondas quedó entonces libre para viajar por el espacio
intermedio.
Cuando
se formaron las primeras estrellas durante el amanecer cósmico, su intensa
energía arrancó electrones de los átomos de hidrógeno.
El equipo
midió la probabilidad de que un fotón del Big Bang se encontrara con uno de los
electrones liberados en su camino a través de la nube de gas ionizado y se
desviara de su curso.
Los hallazgos
ayudarán a definir mejor las señales procedentes del resplandor residual del
Big Bang, o fondo cósmico de microondas, y a formarse una imagen más clara del
universo primitivo. EFE
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