Nueva York – La abrupta ruptura entre
el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el actualmente hombre más rico
del mundo, Elon Musk, propicia un escenario donde ambos tienen que perder:
nuevas dudas sobre el recorrido de su megaproyecto fiscal para el primero, y
gran impacto económico en el imperio tecnológico del segundo.
Hasta el
jueves, Trump y Musk habían colaborado estrechamente, pues el empresario
sudafricano incluso donó más de 250 millones para la reelección del republicano
y se llamaban mutuamente «amigos», pero su salida del Departamento de
Eficiencia Gubernamental empezó a plantear dudas sobre su relación que se
evidenciaron hace tres días.
Musk
intensificó sus ataques contra el bautizado por Trump como «gran y hermoso»
proyecto de ley que persigue importantes recortes fiscales, y la situación
acabó de saltar por los aires cuando el cofundador de Tesla acusó al mandatario
de ocultar la ‘lista de Jeffrey Epstein’ porque su nombre aparece en la misma,
lo que desembocó en un aluvión de reproches personales.
El
presidente ha amenazado con cancelar los multimillonarios contratos que
empresas de Musk tienen con la Casa Blanca, y ha asegurado que estará «un
tiempo» sin hablar con el también propietario de X.
Musk
sugirió que desmantelaría la nave espacial SpaceX Dragon de la NASA, pero cinco
horas después se retractó. También borró el mensaje que relacionaba a Trump con
Epstein.
Contratos
multimillonarios de Musk, en el aire
Los
contratos federales comprometidos con el entramado empresarial de Musk son
clave a la hora de analizar quién pierde en este desencuentro.
Y es que,
según The New York Times, las compañías de Musk se beneficiarán de al menos
3.000 millones de dólares a través de casi cien contratos con diecisiete
agencias diferentes, incluyendo la NASA y el Departamento de Defensa, que
dependen de SpaceX para el lanzamiento de satélites y otros servicios.
Por otra
parte, Tesla, que tras la cruda disputa dialéctica perdió 152.400 millones de
dólares de valor y cedió esta semana un 14 % en bolsa, dejará de ingresar 1.200
millones de dólares anuales, según JP Morgan, si finalmente se aprueba el
proyecto de ley fiscal de Trump.
La
tecnológica con sede en Texas -y considerada la empresa automotriz más valiosa
del mundo- también recibió 2.760 millones de dólares el año pasado mediante
compensaciones de créditos regulatorios por cumplir con las normativas de
emisiones.
«El rápido
deterioro de la amistad y la ahora ‘gran disputa’ entre Musk y Trump es
asombroso y un shock para el mercado, generando gran temor entre los inversores
de Tesla sobre lo que está por venir», interpretó Dan Ives, analista de la
firma Wedbush Securities.
Regulaciones
federales
Además,
el imperio de Musk depende en gran medida de las regulaciones de la
Administración Federal de Aviación (FAA) para el lanzamiento de cohetes, en el
caso de SpaceX; de la supervisión de la Administración de Alimentos y
Medicamentos (FDA) sobre los implantes cerebrales de Neuralink; o de la
aprobación de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) sobre Tesla, que cotiza en
bolsa.
SpaceX es
la única empresa espacial estadounidense que transporta regularmente
astronautas hasta y desde la Estación Espacial Internacional. En 2022, la NASA
adjudicó a ésta cinco vuelos tripulados más a la estación espacial, lo que
elevó el contrato a casi 5.000 millones de dólares.
Posible
impacto en el «gran y hermoso» proyecto
Pero el
colapso de la relación entre Trump y Musk también puede acarrear consecuencias
para el mandatario y, a corto plazo, para su «gran y hermoso» megaproyecto de
ley.
La medida,
considerada por Musk como «una abominación terrible» por agravar el déficit
estadounidense, está en trámite en el Senado antes de ser sometida a votación
nuevamente por la Cámara Baja, donde pasó por un estrecho margen.
Ello podría
reavivar ahora el sentimiento de rechazo de algunos republicanos que coinciden
con el empresario sobre el impacto en la deuda y dejar el proyecto en la
estacada.
Consecuencias
en la élite tecnológica
La
cercanía de los principales empresarios de firmas tecnológicas estadounidenses
a Trump en su regreso fue ampliamente criticado, calificando este sistema -en
el que ambas partes se beneficiaban- como de ‘tecnofeudalismo’.
De
continuar esta división entre Musk -principal representante de la élite
tecnológica- y Trump, muchos de estos grandes empresarios, como Jeff Bezos,
Mark Zuckerberg o Tim Cook, podrían verse obligados a tomar partido por algún
bando.
Con el caso
antimonopolio del Departamento de Justicia contra Google siguiendo su curso, la
Comisión Federal de Comercio que mantiene que Meta ha abusado de su poder al
adquirir a competidores, y los aranceles a componentes tecnológicos presionando
a empresas como Apple, no parece que Trump las tenga toda consigo en este
aspecto. EFE
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