Madrid.– Novak Djokovic llegó a Ginebra con 99 títulos, 37 años, una
temporada y media de sequía -oro olímpico al margen- en el circuito ATP y
ciertas dudas en su devenir deportivo, sin victorias sobre arcilla en lo que
iba de temporada en este 2025.
Días después
de su aterrizaje en el aeropuerto de Internacional de la ciudad helvética para
disputar, por segunda vez, este evento de categoría 250 donde ha podido
acumular horas de pista para fortalecer su autoestima ante el reto de Roland
Garros, el serbio, ahora acomodado en el sexto puesto de la clasificación
mundial, parte hacia París con cien trofeos en su historial y 38 años, los que
cumplió el pasado jueves, mientras accedía a los cuartos de final de la
competición.
Novak
Djokovic apunta al segundo Grand Slam del curso como flamante miembro del
selecto ‘club de los cien’, uno de los pocos registros que faltaban por
cumplimentar al mejor jugador de la historia que poco a poco, en la recta final
de su carrera, rebaña logros supletorios con los que agrandar aún más su
leyenda.
El serbio que
el pasado 22 de mayo cumplió 38 años y que, tal y como le sucedió tiempo atrás
a Rafael Nadal y Roger Federer, asume ya con naturalidad más consultas sobre su
posible adiós que cuestiones sobre sus desafíos, rompió otra barrera en Ginebra
después de ganar por octava vez al polaco Hubert Hurkacz y se convirtió en
centenario, algo hasta hoy solo logrado por el estadounidense Jimmy Connors y
el suizo Roger Federer.
Djokovic
transita por la temporada con un nuevo trofeo, el logrado en Ginebra, donde
solo había competido en el 2024 cuando llegó a las semifinales, superado por el
checo Tomas Machac.
Cien títulos
alumbran ahora al ganador de veinticuatro Grand Slam, tres menos que Federer,
que cerró su recorrido profesional con 103 y nueve por debajo del Connors, el
jugador hasta ahora con más cantidad de éxitos en una carrera, 109. Djokovic se
aleja de los 94 que tuvo Ivan Lendl, el cuarto en esa clasificación, y de los
92 con los que se retiró el español Rafael Nadal, el quinto en la tabla.
A la tercera
fue la vencida y Djokovic, con nuevo cuerpo técnico, en manos de Dusan Vemic y
Boris Bosjankovic, no desperdició una nueva final para amarrar ese logro. Lo
tuvo en la mano en Shangai, el pasado año, pero no pudo con el número uno del
mundo, el italiano Jannik Sinner; y meses atrás acarició otra vez el objetivo
pero fue superado en la final del Masters 1000 de Miami por el checo Jakub
Mensik.
Amarró el
título número 100 Djokovic en su final 143 del circuito para poner caducidad al
maleficio que arrastraba desde noviembre del 2023, cuando venció en el Masters
1000 de París y en las Finales ATP por séptima vez. Fueron aquellos sus últimos
trofeos en el tour.
Ganó el oro
en París, en los Juegos del 2024. Se quitó un peso de encima aquella vez e
igualó los conseguido por el estadounidense Andre Agassi y Rafael Nadal, los
únicos hasta ese momento en ganar alguna vez los cuatro grandes torneos y
subirse en lo más alto del podio en una cita olímpica.
Ha tenido que
asumir una nueva realidad el jugador que más semanas ha sido número uno del
mundo (428), en trece temporadas distintas. En la cima del circuito durante
ocho años, el número uno más longevo de la historia (36 años y 321 días),
atravesó el 2024 al margen del éxito. No ganó torneo alguno en esa campaña
aunque acarició otra vez Wimbledon, batido por Carlos Alcaraz.
«Es una nueva
realidad para mí, tengo que decirlo, intentar ganar un partido o dos, sin
pensar en llegar lejos en los torneos. Es una sensación completamente diferente
a la que he tenido durante más de 20 años en el circuito. Es un reto mental al
que me enfrento en pista. Supongo que es el ciclo de la vida», asumió con
cierta resignación Novak Djokovic tras caer eliminado en su primer partido del
Masters 1000 de Montecarlo.
Es la nueva
situación del jugador con más títulos Masters 1000 de la historia, con
cuarenta, que se marchó de cuatro torneos de este 2025 sin ganar partido
alguno. Le sucedió en Doha, eliminado por el italiano MAtteo Berrettini,
después en Indian Wells, vencido por el neerlandés Botic Van de Zandschulp y
luego en los de tierra batida, en Montecarlo, ganado por el chileno Alejandro
Tabilo y en Madrid, por el italiano Matteo Arnaldi.
Con las
semifinales en el Abierto de Australia y la final de Miami como únicas
credenciales del año llegó Djokovic a Ginebra después de renunciar a Roma.
Ahora acumula victorias y mejores sensaciones. Triunfos ante el húngaro Marton
Fucsovics, Arnaldi y el británico Cameron Norrie, con el único que se dejó un
set, antes de alcanzar la final.
Sale Novak
Djokovic de Ginebra con 38 años recién cumplidos y cien títulos a sus espaldas.
Un nuevo récord, otro registro que añadir a su poblada relación de méritos en
su currículum. En la ciudad suiza se dejó la presión añadida acumulada por los
malos resultados; por esa mala trayectoria insospechada para él, por ese recelo
sobre su capacidad de hacer frente a la nueva hornada, de cuestionar el dominio
de Sinner y de Alcarraz, de la posibilidad de poder perder ante cualquiera.
Acude ahora
el serbio a París para acometer un nuevo desafío, el recorrido en un nuevo
Grand Slam en el que ya no parte como favorito ni en el que concentra, más que
por su leyenda, la atención de tiempo atrás. Pero el mito se mantiene y con él
todo lo que conlleva. Irá a su ritmo, tramo a tramo en el cuadro. Hasta donde
el destino le derive y ya como miembro del club de los cien. EFE
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