Katmandú – Nepal puso fin este
viernes a varios días de incertidumbre política tras la dimisión del ex primer
ministro K.P, Sharma Oli, con la designación de la ex presidenta del Tribunal
Supremo Sushila Karki como jefa del Gobierno interino, la primera mujer en
ocupar el cargo en la historia del país.
Karki
jurará el puesto a las 21.00 hora local (15.15 GMT) en la sede presidencial de
Sheetal Niwas, según confirmó a EFE el asesor de prensa del presidente, Kiran
Pokharel.
Inmediatamente
después está previsto que encabece la primera reunión del nuevo Gabinete, en la
que los ministros decidirán recomendar al presidente Ram Chandra Poudel la
disolución de la Cámara de Representantes.
Perfil de
Sushila Karki
La
expresidenta del Tribunal Supremo de Nepal Sushila Karki, de 73 años, se
convertirá en la primera mujer en encabezar un Gobierno en el país, tras ser
designada primera ministra interina con el respaldo de la autodenominada
«Generación Z», el movimiento juvenil que forzó la caída del anterior Ejecutivo
en menos de 24 horas.
Nacida en
el distrito oriental de Morang, Sushila Karki presidió el Tribunal Supremo de
Nepal entre julio de 2016 y junio de 2017, tras una trayectoria en la que
destacó por su actuación en casos de corrupción. Se formó en Derecho en la
Universidad Hindú de Benarés (Varanasi, India), donde inició su vínculo con el
Congreso Nepalí, partido de orientación socialdemócrata.
De regreso
a Nepal ejerció como abogada y en esa etapa conoció a su futuro esposo, el
activista del Congreso Nepalí Durga Prasad Subedi. En 2009 fue designada jueza
ad hoc del Tribunal Supremo, cargo al que accedió de forma permanente un año
después, hasta llegar a la presidencia de la corte en 2016.
Durante su
mandato impulsó sentencias de fuerte impacto político, como la condena por
corrupción de un ministro en funciones o el fallo que reconoció a las mujeres
el derecho a transmitir la ciudadanía nepalí a sus hijos, un derecho que hasta
entonces estaba limitado a los hombres.
Su gestión
no estuvo exenta de controversias: en 2017, una moción de censura impulsada por
el Congreso Nepalí y el Partido Comunista-Maoísta buscó apartarla del cargo por
supuesta intromisión en competencias del Ejecutivo, aunque la medida fue
finalmente revocada y el caso archivado poco antes de su jubilación.
El apoyo de
Karki entre la sociedad civil, que vio en la jueza un símbolo de imparcialidad,
y de actores internacionales como Human Rights Watch, la convirtió en una
figura que gozaba de cierta independencia respecto a la tríada política
tradicional de Nepal.
Su
nombramiento como jefa de Gobierno interina, tras las protestas de la
«Generación Z» que tumbaron el gobierno del ex primer ministro K.P. Sharma Oli,
no estuvo exento de obstáculos. La Constitución de Nepal solo permite designar
como primer ministro a un miembro del Parlamento, condición que Karki no cumple.
Sin
embargo, la presión de las protestas y el consenso entre distintos actores
políticos y sociales permitieron desbloquear la excepción que facilitó su
designación.
Ahora,
Sushila Karki tendrá que hacer frente a la reconstrucción de un país que ha
sido testigo en las últimas semanas de una violencia sin precedentes contra la
clase política, tras las que más de medio centenar de personas han fallecido y
un millar han sido heridas.
Sushila
Karki encarna a sus 73 años la paradoja de convertirse en el rostro de una
revuelta nacida entre las generaciones más jóvenes de Nepal, organizadas en
redes sociales y sin un liderazgo definido, que encuentran en ella la figura
necesaria para una transición democrática y justa. EFE

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